
Durante años el campo del Periodismo de Salud se ha asociado a la idea de generar mensajes relacionados con determinadas enfermedades, sobre todo cuando éstas preocupan a la población por su magnitud, riesgo epidemiológico o reciente aparición. Este enfoque sigue vigente y es muy importante desde el punto de vista preventivo; sin embargo, no es el único, ya que cada día presta más atención a todo aquello que contribuya a mejorar la calidad de vida de la población.
En ese sentido, el periodista en salud tiene que desarrollar, aparte de su labor informativa, una tarea pedagógica y didáctica que contribuya a la formación de la sociedad en temas de prevención, control y tratamiento de enfermedades.
Para posibilitar la comunicación entre los profesionales de la salud y los ciudadanos, el periodista debe estar bien informado (investigar el hecho, evaluar su relevancia social, verificar sus fuentes para evitar engaños o fraudes científicos, utilizar géneros periodísticos apropiados), conocer la línea editorial de su medio y usar un lenguaje comprensible y adecuado según las diferentes audiencias.
También es importante no caer en prácticas que desmerezcan el trabajo profesional y que puedan poner en riesgo a la población directa o indirectamente:
1. El sensacionalismo: Abundar sin necesidad en aspectos morbosos de la información.
2. Propiciar o crear alarma social: Se tratan los problemas de forma superficial, lo que puede originar, por ejemplo, un temor injustificado entre la población respecto a ciertas enfermedades.
3. Generar falsas expectativas: Al informar de posibles remedios no contrastados suficientemente o presentados sin sustento científico.
4. Evitar uso de títulos inadecuados: Que generen preocupación, confusión o que inciten al rechazo o consumo de medicamentos o alimentos sin prescripción médica.
El Periodismo de Salud tiende a incurrir en estos errores, pero para que el periodista pueda superarlos, además de una preparación adecuada y una mayor atención de los medios hacia estos temas debe, ante todo, pensar en su público con ética y profundo sentido de responsabilidad social.
En ese sentido, el periodista en salud tiene que desarrollar, aparte de su labor informativa, una tarea pedagógica y didáctica que contribuya a la formación de la sociedad en temas de prevención, control y tratamiento de enfermedades.
Para posibilitar la comunicación entre los profesionales de la salud y los ciudadanos, el periodista debe estar bien informado (investigar el hecho, evaluar su relevancia social, verificar sus fuentes para evitar engaños o fraudes científicos, utilizar géneros periodísticos apropiados), conocer la línea editorial de su medio y usar un lenguaje comprensible y adecuado según las diferentes audiencias.
También es importante no caer en prácticas que desmerezcan el trabajo profesional y que puedan poner en riesgo a la población directa o indirectamente:
1. El sensacionalismo: Abundar sin necesidad en aspectos morbosos de la información.
2. Propiciar o crear alarma social: Se tratan los problemas de forma superficial, lo que puede originar, por ejemplo, un temor injustificado entre la población respecto a ciertas enfermedades.
3. Generar falsas expectativas: Al informar de posibles remedios no contrastados suficientemente o presentados sin sustento científico.
4. Evitar uso de títulos inadecuados: Que generen preocupación, confusión o que inciten al rechazo o consumo de medicamentos o alimentos sin prescripción médica.
El Periodismo de Salud tiende a incurrir en estos errores, pero para que el periodista pueda superarlos, además de una preparación adecuada y una mayor atención de los medios hacia estos temas debe, ante todo, pensar en su público con ética y profundo sentido de responsabilidad social.
Fuente: Blanco Castilla, Elena -Paniagua, Francisco (03-12-2007). PERIODISMO, SALUD Y CALIDAD DE VIDA. CONTENIDOS Y FUENTES. FISEC-Estrategias - Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora Año III, Número 8, V2, pp.3-24 ISSN 1669- 4015